Cuando no puedo dormir, invento frases para empezar
relatos que nunca llego a escribir. Me da pereza encender la luz y buscar el
cuaderno para anotarlas, siempre me convenzo de que las recordaré por la
mañana, a pesar de que la experiencia augure lo contrario. Oigo los segundos
caer uno detrás de otro. Tic-tac, tic-tac. Con
los ojos cerrados, los imagino haciendo cola al borde de un precipicio,
esperando su turno para abalanzarse hacia el agujero negro del ayer. Me
concentro para no oírlos, pero cuanto más me esfuerzo, más aumenta su retumbo,
tic-tac, tic-tac, disonando en el silencio denso de la habitación. Escamoteo
la oscuridad, rasgada por los tenues puntos de luz que se cuelan entre las
rendijas de la persiana.
De pronto empiezo a sentir como si los segundos me palpitasen
dentro del cuerpo. Tic-tac, tic-tac. Me asusto, por un instante, hasta que
identifico esta extraña sensación con la de otras noches de insomnio. Noto los
latidos del reloj bajo la piel, unas veces detrás de la oreja, otras en la
sien; ahora me está pasando en el cuello, pero no, no es el tiempo: es la
sangre, el corazón. Es como uno de esos espasmos que se apoderan del párpado y
hacen que se abra y se cierre incontrolablemente, ¿no te ha pasado nunca? El
ritmo implacable de los engranajes del viejo Festina parece diluirse con las sístoles y las diástoles, ya no es
tic-tac, sino bum-bum. Bum-bum. Me lo saco siempre antes de acostarme y lo dejo
en la mesilla de noche, al lado de la botella de agua, el móvil, los kleenex y
algún libro. Desde que leí aquel relato de Cortázar –cuando te regalan un reloj te regalan un
nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu
cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado
colgándose de tu muñeca– me da cierta
ansiedad meterme en la cama con él. Pequeñas manías, como la de hacer eses con la mirada entre las líneas del asfalto o cerrar fuerte los ojos antes de abrir el buzón.
"El tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de el brotan, el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan" (Como no, Cortazar tambien).
ResponderEliminarMe alegró encontrar la cita del reloj en un texto tuyo. Lo se, es imprescindible leer para escribir tan bien. Saludos