martes, 7 de enero de 2014

vaho

"Pies para qué los quiero
si tengo alas pa' volar."
Frida Kahlo, Diario

Las raíces del tiempo resquebrajan la pared. Grietas, ramas, rayos, venas. Leer a Frida es que duelan las venas y crezcan las alas. Se me nublan las gafas con el vaho del té y mientras se desempañan los cristales pienso en lo horrible que estoy con estas pintas de domingo sin ganas. K siempre decía que quería enamorarse al bajar a comprar el pan en bata, con ojeras y legañas. Seguro que sería el preludio de algo bonito, como también lo sería que volviese la lluvia que te arrimaba a mí bajo las cornisas. Pero este año los magos de Oriente han decidido proveerme de paraguas a prueba de viento. Supongo que algo debe de estar cambiando ahora que ya me da igual tomarme los cafés en vaso que en taza y estoy aprendiendo a masticar con parsimonia de dromedario la paja mojada de la desidia. Me miro las manos a través de los cristales ya despejados: si son pequeñas para tocar a Bethoveen quizás tampoco me sirvan para ir por la vida a tientas. Qué horror. Podrían crecerme los dedos como ramas –raíces, alambres, alas–, hilos de madera seca que palpen el vacío. Me acerco la taza a la boca y vuelve la niebla. Será verdad que algo está cambiando si estamos en invierno y me he quitado las corazas, si hace un rato han venido a rendirme cuentas todos los Nadies que vestí de ti y me han pillado en bragas, así de fea, leyendo a Frida y memorizando las grietas de estas paredes que cada vez son menos refugio, menos casa, menos mías. 

2 comentarios:

  1. ningún despiste para ti
    buen año y buenas palabras!

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  2. ¡Bravo! En cualquier caso, será bonito averiguar qué queda y qué hay de nuevo, una vez el vaho y la niebla se disipen, ¿no?
    Un cariñoso saludo,
    Víctor

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