miércoles, 28 de agosto de 2013

tormentas y tambores

Rey de corona rota préstame un hilo de luz.

Sueño con música de tambores que se acercan desde lejos, ritmos ancestrales que vibran desde las entrañas de la tierra y hacen temblar las raíces de los pies. Siento su eco como un leve latir, puede que sean los truenos de la tormenta y no tambores del más allá. No importa. Llueve y cierro los ojos para que no pare, como ayer cerré las manos intentando apresar dentro del cuerpo esa extraña sensación de ingravidez. Tambores y tormentas que suben por las piernas y se enredan con las venas. Me quedaría quieta sintiendo crecer las telarañas entre los huesos, hilos invisibles que no son trampa sino refugio, salvavidas de papel para no ahogarse en este maldito bucle de agua estancada. Bajaré a la playa para hundir la piel en la arena mojada. Si es imposible que me crezcan alas en los tobillos, al menos que me acunen los eternos hechizos del mar. Y que el eco de la lluvia haga nidos en los pulmones, guaridas de tormentas y tambores donde esconderse de la vida cuando es imposible respirar.

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